11 marzo 2024

 ¡Buenos días! Llegó Febrero y con él una nueva edición de las Jornadas Carmen Conde, organizadas por la Asociación de Mujeres Amanecer, de Barrio Peral. El jueves 29 celebramos el Certamen de Relatos y el ganador, Joaquín Campillo, generosamente nos ha enviado su texto para que todos lo podamos disfrutar. Por las Doritas que luchan contra la soledad no deseada, allá va.




DORITA

Tiene la mano sobre el pomo de la puerta, cuando suena el móvil. Uno de los antiguos, no inteligente, pero le sirve, para las llamadas que recibe. Es Dorita, quien llama, una buena y reciente amiga, acompañante y alumna de la clase de bordado. Fue quien le sugirió impartirla para que compartiera su maestría. Estos encuentros se iniciaron después de aquella tarde, triste como todas, de las que tantas pasaba, sola, volteando en su cabeza la lluvia de recuerdos, las ausencias impuestas por la muerte de sus seres queridos, las de sus hijos, voluntarias, en la lejanía de sus vidas. Y determinó poner fin a esto con una solución, amasada durante tiempo en su cabeza, así fue: 

La tarde es plácida, agarra su inseparable compañero. Antes tenía dos, pero al perro se le acabaron las carantoñas que profirió durante catorce años. Por esta circunstancia, solo le queda su soporte: el andador. A pesar de que camina bien, fue un consejo médico por seguridad. Toma su ruta habitual, despacio, las manos en el soporte y los dedos prestos al freno. En la esquina, una señora con perro mira a los lados, mientras hurga en el bolso, parece que no tiene modo ni manera de recoger los excrementos del animal; se prepara para disimular su falta. Al llegar a la plaza, otra mujer anciana, que porta un vaso de cartón, se le acerca y lo presenta a modo de petición; no entiende lo que balbuce, le deposita una moneda y sigue. En un banco, una pareja de jóvenes derrocha arrumacos, luego, cuando se marchan, él se cubre tras chica a la espera de que cese su erección. Entonces, ella piensa cómo, en sus tiempos, eran los galanteos. Llegada a un paso de cebra, se alerta, porque para una persona de su edad hay riesgo, si el que transita va bebido, fumado o distraído, y las terribles furgonetas de reparto vuelan a destajo. Ella no quiere una lesión a medias, ni una prolongada agonía. Por fin, alcanzó su meta, el puerto. Tenía visto un rincón solitario, alejado de las terrazas y zonas de paso. Allí se sienta, mira, piensa y piensa, siempre lo mismo. La brisa le reconforta e incrementa el lagrimeo de sus ojos, pero no calma su amargura interior. El sol abandona su labor, desciende besando con sus rayos el horizonte. Refresca, siente un escalofrío en su cuerpo y en su alma. No hay nadie cerca del cantil, solo alguna gaviota que busca restos abandonados por los pescadores.  Podría ser su momento. ¿Qué le ata a este mundo, si solo se acuerdan de ella un par de veces al año y el cumplido es telefónico?; unos escasos minutos de conversación.

Está claro, se levanta del andador y camina hacia la orilla, decidida. Ya las lágrimas resbalan por los surcos de su cara, las recibe el pañuelo que saca de la manga. Un paso más. En un momento, la mano, sobre el pecho, presiona la medalla que le regaló su hombre, el que compartió vida e hijos.  Ya ve próximo encontrarse con él. En verdad, no está convencida del todo, pero sigue adelante; otro paso más. De pronto, la sobresalta una voz y un himno que, por megafonía, procede de algún buque militar. Las farolas del puerto se encienden. Da otro paso. Decidida llega al filo. Aparta el andador y cuando se inclina, una mano la sujeta y escucha una voz que le dice: «Entornando los ojos, si quisieras verías… verías el lado bueno de lo que has vivido y lo que te queda por vivir, verías lo útil que es ayudar, entregarte a un nuevo ideal, por pequeño que sea». Cuando se vuelve se abrazan. La mujer que la retuvo sigue hablando: «Verás como, al final, alguien te devuelve el tiempo que tú le dedicas, verás sonrisas, compañía, volverás a respirar, de nuevo, el aire de la amistad…». 

Fue la primera vez que vio a Dorita.

(Por diversos motivos, en 2022, se suicidaron cuatro mil trescientas personas; mil trescientas eran mayores de sesenta y cinco años).




10/02/2024


Primer Premio Taller Literario de las Jornadas de Carmen Conde. Asociación de Mujeres Amanecer. Bº Peral. 

10 noviembre 2023

¡Buenos días! Tanto tiempo sin pasar por aquí para compartir Letras con vosotros. Hoy nos vamos a emocionar con el relato de M. Dolores Hernández, ganador en el Certamen de Relatos de La Bella Quiteria en Munera (Albacete). 



¡Culpable por haber nacido mujer!


En un lugar de este mundo donde la vida es insegura e inhóspita para la mujer, te veo niña preciosa entre paredes sin colores, tienes el pelo negro como la noche y tu piel es morena como la tierra. Eres feliz chiquilla y vas creciendo en una granja que poseen tus padres, donde abundan los setos de flores amarillas y una oveja rebelde se las come a bocados. Ajena a tu triste destino, te sientes libre como los pájaros y dices algo de volar muy alto, donde deseas que las niñas tengan los mismos derechos que los niños. Tus brazos extiendes en la noche como queriendo alcanzar las estrellas, les hablas de tener alas para llegar a acariciarlas y te inventas una oración que habla de un cielo azul.

Ahora vives con la ilusión de ir haciéndote mayor y ese anhelo escapa y vuela de tu mente, juegas con la fantasía que escondes bajo tus parpados, todo cabe en tus ojos nocturnos. ¡Pero oh chiquilla! por haber nacido mujer, se vislumbra una sombra enredada en tu mirada, que nubla ese ingenuo encanto, que te espera sin tener piedad en tu diminuto cuerpo. Es el estigma de la ablación con su ingrata presencia, es el que te arrebata sin misericordia el derecho al placer sajándolo con el filo de un cuchillo. Tras una violencia sangrante en tan tierno regazo, tras un horrible e inhumano ritual, la dignidad que enarbolan tus derechos ha sido mutilada y un lívido temblor zarandea tu fascinante universo ¿Quién puede ahora volver a redimir este débil cuerpo? Qué amargo es ahora sentirse niña y no poder regresar al punto de partida y seguir viviendo como una flor sin paraíso, donde las alas que tanto anhelabas te las han roto.

Entre el miedo, la opresión y la angustia, tu criatura, has sido humillada y entre matices de oscuridad que esgrimió ese atardecer, te dejas llevar hacia un futuro incierto, porque a los catorce años te dan en matrimonio sin amor correspondido con el hombre equivocado, sin ilusiones, sin gozo, sin virginidad, ya no ves madrugadas tejidas con hilos de grana y oro y tu belleza la ocultas tras un siniestro burka viviendo prisionera y sin rescate adoctrinada en esa jaula. Toda tu silueta es una sombra que no quieres reconocer dentro de él y que te corta el oxígeno.

Tan solo flotan tras una minúscula abertura unos ojos que limitan el paisaje de tu entorno buscando señales en otros ojos en la lejanía de otras voces y otros caminos. ¡Ay chiquilla de pelo negro como la noche, de piel morena como la tierra! la frescura de tu rostro ya no veo, tu aureola de destello ya no me ciega con su fulgor y siendo todavía una niña bebes día tras día un cáliz amargo con sabor a miedo y opresión. Ahora vives como la luna más desamparada, queriendo volver a tener los brazos que velaban tus sueños cuando eras una pequeña encendida de rubores y amparada en el regazo de tu madre.

No fue esto solo tu larga agonía, porque una historia de luto estaba próxima a comenzar. No eras culpable y te acusaron de adulterio y sin un juicio justo condenada a ser lapidada, pediste clemencia ya que lo que realmente en ese día pasó, en el que reinaba la oscuridad, es que fuiste violada. Las manos de bronce del salvaje apretaban tu cuello sin poder escapar de sus garras. Todo llegó a ser inútil, la ciudad amaneció gris, eras inocente y tú dispuesta a morir y el pueblo entero cómplice de esa agonía se congregó alrededor tuyo como verdugos fanáticos que te observaban con odio. La primera piedra, con las huellas de un infame impacto en tu frágil cuerpo, la segunda hizo brotar sangre de la frente y la tercera te rompió la vena de la sien, dando el último suspiro retenido. El destello de luz que emanaba de ti quedó suspendido a su paso por un tiempo demasiado corto que te arrebató la vida. Y cada vez que una de nosotras muere de esta forma, un trozo de nuestro corazón debiera de desgarrarse dentro de él. Así son asesinadas las mujeres por tan injustas leyes en una sociedad machista y fanática en la cual los estúpidos se nutren en su seno, mientras quienes tienen la obligación y el deber moral de poner orden en este mundo miran hacia otro lado.

Esta historia está basada en hechos reales     


Mª Dolores Hernández Martínez

Premiado en el certamen de La Bella Quiteria en Munera (Albacete)

A 1 de Julio de 2023  

12 junio 2023

 ¡Buenos días! ¿Cómo estáis? Notamos cómo se aproxima el verano, el curso ya ha acabado pero seguimos rodeadas de letras, de libros, de recomendaciones literarias... Hoy Milagros Márquez quiere compartir con todos nosotros su relato inspirado en esta portada. Seguro que os encantará.




LA MIRADA

 Ya sé porque me escogió a mí para la foto. Dice que tengo la mirada triste y no es así, yo entera soy triste, nací triste, me crie triste y tengo hambre.

Ese día me di cuenta de que un hombre no dejaba de mirarme, es normal, me pasa muchas veces, se acercan y cerramos el trato. Pero esta vez no fue así, solo me observaba, otro pirado pensé, esta vez estaba equivocada. Se acercó a mí preguntándome si quería ser su modelo para la portada de un libro. ¡Modelo yo! Este quiere descuento.

Hablamos y me llevó a su oficina, pensé que iríamos a la peluquería para arreglarme un poco, comprar bonitos trajes, en fin, la idea que yo tenía de una modelo. Todo lo contrario, me despeinó aún más, me bajó la cremallera del vestido y pensé: por ahí empieza, pero tampoco, muy respetuoso me pidió por favor que me sentara en el suelo en medio de un montón de basura, casi tapada la cara con la mano y con una expresión de susto en los ojos.

Todo lo hice bien menos la expresión. Después de muchos golpes de la vida mis ojos están curados de espanto. Solo pudo sacar de ellos el asombro de encontrarme allí y la tristeza, esa que llevo dentro desde que nací.

Ahora soy una gran modelo. Se valora mi tristeza en un mundo que solo quiere alegría, diversión aunque sea fingida. Lo malo, lo desagradable no existe, lo hemos borrado, hay que disfrutar cada día como si fuera el último, en fin, mensajes de esos que te llegan por las redes sociales. Pero no es real, solo hay que rascar un poco en la sociedad para ver la tristeza, la desesperación a flor de piel.

Han pasado muchos años, estoy sentada en un gran sillón detrás del ventanal por el que penetra el aroma de las flores del jardín, veo los cuadros de mis fotos más famosas en la pared y pienso que la mejor, la más real, la que verdaderamente soy yo, es la primera, aunque ya no tenga hambre y solo me quede la tristeza.


Milagros Márquez

Bazar del Centro Cultural




20 abril 2023

¡Buenos días! Estamos en la que probablemente es la semana más literaria del año y no queremos dejar de disfrutar con novelas, poemas, greguerías, dramas y thrillers... Allá va un microrrelato que Milagros Márquez, del Bazar de Letras del Centro Cultural, quiere compartir con nosotras. 



EL TIEMPO


El sueño me ignora esta noche. Mañana es mi cumpleaños, pero eso no es la causa, los rituales me tienen ya sin cuidado. Es el reloj que hay sobre la mesilla, por la noche lo miro para controlar el tiempo, pero esta noche no puedo ¿Quién lo ha corrido detrás de la lámpara?

El tiempo me ayuda a controlarlo todo, cada hora, cada minuto…El andar de las agujas me fascina, ese segundo que antes de hacerse realidad ya ha pasado.

Querida amiga, he sido yo, el tiempo, cada segundo lo deslizaba un poco. Te he mirado durante años desde ese reloj, cuando volvías tu hermosa cabeza hacia mí y que, como todo lo que toco, se ha ido transformando en un pobre reflejo de lo que fue.

No quiero ver tu rostro con las primeras luces de ese amanecer en el que ya no habrá cumpleaños.




16 noviembre 2022

¡Buenos días! En esta otoñal mañana (¡por fin!) queremos compartir con vosotras el relato creado por Marina Escudero Camarena, nueva compañera del Bazar de Letras de La Palma. Disfrutad de la sencillez hecha belleza:



"Mi último regalo”



 Durante toda una vida soñé con hacer el mejor de los regalos a alguien especial, alguien que no pudiera sostener las lágrimas de emoción al recibirlo. Me esforcé y me dejé el alma, el cuerpo y el corazón en hallar a esa persona tan merecedora de mi obsequio.

 Para mí, era una necesidad imperiosa compartir aquello tan preciado con quien fuera merecedor de ello. Incluso aunque le quedara grande, yo me sentía feliz de dar un poquito de ese regalo fuera quien fuese el destinatario.

 Tras sentir la tristeza de menospreciar mi regalo con quien no lo valoró, el exceso de emoción por sentirlo crecer en mi interior y el anhelo de no encontrar a esa persona merecedora, lo entendí todo.

 Mi regalo fue, es y será el de sentir amor y sentirse amado. Entendí que jamás estaría del todo satisfecha al darlo si sentía que me quedaría vacía, drenada consentidamente. Recordé que jamás me había regalado absolutamente nada a mí misma.

 Y por fin, tras tantísimo dolor, incertidumbre y desasosiego, me elegí como remitente y destinatario. Elegí darle uso a esas toneladas de amor que guardaba y regalaba aleatoriamente para disfrutarlo con todo mi cuerpo, mente y corazón.

 Mi último regalo, me lo di a mí misma. Desde entonces, entendí el valor de mi vida, amé y valoré mi existencia. Me bañé en mi propio lago de valía, cariño y cuidado. Y me lo agradecí, como nadie hizo jamás.


Marina Escudero Camarena
Bazar de Letras de La Palma


25 octubre 2022

 ¡Buenos días! ¿Qué tal estáis? Seguro que bien gracias a las Letras. Hoy queremos compartir con vosotras el relato ganador en el IV Certamen de Cartagineses y Romanos, escrito por Milagros Márquez del Bazar de Letras del Centro Cultural. ¡Esperamos que os guste!


GLADIUS HISPANIENSE


Soy un instrumento para matar aunque el que me porta en la mano es el que dirige mis actos, espada corta llamada gladio que se lleva en bandolera sobre el costado derecho.

Al contarles mi historia encontraran en ella momentos, situaciones de la segunda guerra de Roma con Cartago en la que tuve el honor de intervenir hasta llegar a la ciudad de Cartago Nova en cuyo museo me encuentro hace ya muchos años.

Les voy a hablar con palabras de hoy que he ido aprendiendo de los visitantes pues no he oído hablar a ninguno en latín, no ya el culto, si no el de las legiones que fue  nuestra herencia a los países conquistados.

La verdad es que soy una copia de otra más antigua de punta roma que usaban las tribus de la antigua Hispania, con el tiempo fue cambiando hasta convertirse  en una espada más ancha de doble filo y punta triangular llamada Gladio Hispaniense.



Cesar en la Galia, fue el primero que se dio cuenta de esta magnífica arma y equipó a las legiones con ella. También se uso cuando en Hispania lucharon contra los infantes de Aníbal, estos la habían hecho suya hacia tiempo. Paraban los ataques de una espada más larga con el escudo y con la gladio en la otra mano pinchaban. Solo necesitaban dos movimientos adelante y atrás. Fuimos un gran avance para las tropas de infantería y las que más muertes causamos en ese periodo.

Salí de la forja en un lugar agradable cerca de Roma, allí habían instalado muchos hornos para que la producción fuese masiva ya que los rumores de una nueva guerra  con Cartago se extendían por todos los rincones del imperio.

No lejos había bosquecillos, riachuelos, se sentía paz. Los pájaros acompañaban y dulcificaban un poco los ensordecedores golpes del martillo contra el hierro al rojo.

A un grupo numeroso nos llevaron a un campo de entrenamiento para gladiadores. Ellos son expertos en saber si un arma está lista o hay que mejorarla. Pasamos allí un tiempo. ¡Como relucía! Buenos filos por ambos lados, buena punta pero sobre todo el puño distinto de todos los demás, de nácar con el águila de Roma tallada. Eso significaba un mejor destino para mí, seria para algún centurión o más importante aún, me hice ilusiones de que luciría en el costado de Escipión, pero no llegue tan alto.

Nos guardaban en unos almacenes bien custodiados, pero como en toda vigilancia hay fallos, en este caso consistió en unas cuantas monedas. Una noche nos trasladaron a un grupo en un carro tapado con sacos y con mucho misterio, pero los ladrones no ataron bien los bultos con las prisas y algunos caímos por los caminos. Ahí quedé yo sobre el polvo y pisoteado por animales y humanos que pasaban. Uno de ellos se fijó en mí al sortear una boñiga del carro que iba delante.

¡No se lo podía creer! Para un pobre carretero yo era todo un tesoro, me escondió entre los pliegues de su pobre manto hasta llegar a una posada ¡Que bajo caí en esa época!¡Fue una de las peores de mi vida! Servía de moneda de cambio en las mesas de dados y así fui rodando con mi puño tallado en marfil y mi águila. Todos querían ganar algo conmigo y deshacerse de mí cuanto antes. Era una compañera de viaje muy comprometedora.

Ese tiempo acabó cuando un mozo grande, alto y recio pero con pocas entendederas que me llevaba en su costado como un triunfo ganado en la mesa de juego, tuvo que salir huyendo después de un fallido lance amoroso y se alistó en las legiones que iban a luchar en Hispania al mando del general Escipión, un experto usando la gladio.

Llegamos a una ciudad grande llamada Tarraco, amiga de Roma. La escusa para atacar Hispania era defender o vengar, si ya no había remedio, a Sagunto otra ciudad amiga de Roma atacada por Cartago, que estaba situada más abajo del rio Iber, frontera que los cartagineses no debían haber cruzado.

Por estos territorios me inicié en la lucha, allí perdí mi “virginidad “penetrando con saña en el costado de un hombre.

Superamos Sagunto y emprendimos marchas agotadoras  para llegar a Cartago Nova, principal posesión cartaginesa, ahora desguarnecida por la marcha de Aníbal a Roma.

Era molesto el golpe acompasado que daba en la pierna del legionario, pero más tenía que serlo para él.

Una noche alrededor del fuego, llamé la atención de un legatus, me cogió y después de observarme largo rato llego a la conclusión de que había sido robada, mi dueño tuvo que defenderse mucho y bien pues solo recibió una paliza y cambiar de gladio. Esa noche pasé al costado del legatus. No lucia igual, por mucho brillo que me sacaran los esclavos porque mi nuevo amo era bajo, rechoncho y con poco aire marcial, pero yo había ascendido de categoría.

Mi legión fue llamada por Cayo Lelio, que mandaba la flota romana, para integrarse en las que iban a atacar Cartago Nova por la parte más difícil, la muralla.

El ataque estaba muy bien planeado para distraer la atención de las puertas traseras que daban a una laguna de poca profundidad y bastante desguarnecida. Fue una verdadera carnicería, esas muralla eran casi inexpugnables.

Mi legatus no era muy ágil, cayó en el primer asalto y yo con él. Entre todo el tumulto de hombres y armas que iban cayendo quedé enterrada en la arena.

Siglos después me encontraron sucia y oxidada. Con mucho cariño y dedicación me restauraron devolviéndome, casi, el esplendor de mis primeros días. Desde entonces estoy aquí, en el museo contenta y feliz porque esta ciudad, verdaderamente valora el legado de roma. ¡Que así sea por muchos siglos!

 


 

 

 


18 octubre 2022

 ¡Qué alegrías nos dan nuestras amigas del Bazar de Letras! M. Dolores Hernández quiere compartir con todos nosotros su relato premiado con el accésit en la IV Edición del Certamen de Relatos de Cartagineses y Romanos. Esperamos que lo disfrutéis.




La muerte del Almirante Himilcón


Yo, una simple ama de casa, pero digna trabajadora en el silencio de un hogar sin ningún reconocimiento por tan agotadora labor, ni tan siquiera una pequeña pensión por tantos años trascurridos y que nuestro retiro sea cuando la energía de nuestra vida nos deja en manos de la muerte…pero dicen, que es nuestro sistema. Ahora eso no quita que entre tantos quehaceres encuentre algo de tiempo para adquirir cierta cultura, dejándome llevar para saber algo de la historia de Cartagena.

Desde que empezaron a celebrarse las fiestas de cartagineses y romanos, he sentido cierta inquietud para saber algo más de las luces y las sombras de esa llamada Guerra Púnica, que tuvo lugar en la antigua ciudad de Kartadas.

 Me adentro en ese enigma y me pongo a buscar en los libros aquél acontecimiento, busco en las estanterías de la biblioteca y los veo cubiertos por el polvo de los años, en ellos está la respuesta y por si alguien me quiere escuchar pongo mi granito de arena y me dispongo a revivirla. Acontece un viernes de un remoto mes de septiembre, cuando el reloj de la vida del almirante Himilcón queda parado en la hora fija de su muerte.

Cede su fuerza el calor compulsivo del verano, lentamente paso a paso el otoño se aproxima, el cielo saturado de luz se resquebraja en el horizonte, el sol encendido todavía con un color anaranjado repliega sus rayos por el mundo con cierta timidez, hasta el atardecer derrama su luz demorada cubierta de tristeza y se desploma sobre el cálido y bello Mare Nostrum, la Luna se viste de gala y esplendor y está jugando con un pequeño jirón de nube. La brisa levantina otorga su fresca y salada delgadez, más una bruma lechosa cargada de humedad se cierne suavemente penetrando hasta el fondo marino no dejando ver con nitidez. 

Esta blanda monotonía oculta el avance de las naves cartaginesas que entre vaivenes silenciosos se acercan a la costa, el palpitar de sus corazones se oyen en sintonía con el avance de los remos, más esa niebla da tregua al sopor del día.

¡Hay almirante! permaneces sobre la proa creyendo sentir a la diosa Tanít cabalgando sobre las espumas del oleaje y le pides su clemencia, que escancie su copa sobre tu espíritu y en su misericordia te unja con un rayo de luz y el aire de su vuelo, te conceda la victoria. Ese sentir aviva tu coraje por defender hasta la muerte a la ciudad de la invasión de los romanos. Pero, tú, cómo vas a saber que este día al atardecer quedaran esparcidas las cenizas de tus naves por cualquier espuma que acaricia al mar.


Por fin llega el ansiado momento, te has vestido con el duro metal de guerra, mientras tus naves avanzan hacia el puerto arribando en plena batalla. Tú y tus marinos ya formáis parte de esta angustia y desolación, os movéis entre el caos sobre intensas nubes de humo, no te das cuenta que pisas los restos de los cuerpos destrozados, pero el enemigo avanza hacia los cartagineses rodeando a todos tus marinos que se cruzan entre sus espadas, luchar es una aventura de alto riesgo que te lleva a adentrarse en el juego de la vida o de la muerte y un fallo puede abrir caminos o cerrarlos.

Los centuriones atacan, asedian al ritmo frenético de sus gritos, ofreces resistencia, arremetes contra todos con todas tus fuerzas, atacas, te defiendes, tu espada atraviesa al perdedor mientras la tierra ve saciada su apetencia bebiendo la sangre del cuerpo destrozado, desaparecen entidades, los soldados ruedan por los suelos y las naves cartaginesas yacen perdiéndose en el vaivén de la marejada, mientras la arena del fondo adsorbe sin cesar los restos con su húmedo silencio, los romanos sabiéndose un ejército de mil frentes acometen contra todo aquel que se atreven a subirse a las murallas, los bravíos marinos caen a plomo acabando sus vidas en el suelo, en esta tarde que empieza a adelgazarse.

 De Kart-Hadast ha quedado solo el recuerdo, son miles de muertos engarzados en una noche vestida de luto que rasga el velo de las ansias que abrigaban por defender el emporio del enemigo, aún, así, la dignidad de los que sobreviven permanece incólume en su ánimo ya desgastado por tantas horas de fatiga bajo la Luna macilenta que alumbra el ir y venir de las parcas que se ciernen sobre los fallecidos como una estela, mientras la tristeza del viento vuela sobre la batalla mezclada de podredumbre y barro. 

Himilcón, tras varias horas de lucha sin descanso continuas, pero tu ímpetu va cediendo, asediado con tan duros avatares vuelves a suplicar a tu diosa, mientras esa plegaria no acontece sigues enarbolando tu espada contra el enemigo y consigues mantenerte con vida, pero después un legionario romano aprovecha un instante de flaqueza y te asesta un golpe seco en la garganta, de ella mana un rio de sangre y el tiempo de su fluir pone punto final a tu coraje y valentía.

El eco angustiado de tus marinos retumban dentro de tus oídos, apenas ves sus cuerpos arañando la tierra y barrerlas con su boca, tus ojos se cierran y asumes por fin que fuiste uno más que bebió el cáliz del fracaso y sigues con tu convencimiento de que los héroes derrotados no agradan a los dioses.

 En fin, el que en vano lucho por defender una causa justa, su vida entrego al feudo de la muerte. Ahora esa funesta tarde desaparece entre mis ojos cierro el libro de la historia y lo vuelvo a poner en su sitio, haciéndole espacio en los brazos del archivo de la cultura, y yo me pregunto ¿A dónde van los héroes después de su muerte sin la fuerza de su espada? 


Septiembre va plegando sus alas abrasadoras

Las naves avanzan con sus velas y en silencio

La noche corre el telón del escenario del universo

¡Allí! El caluroso verano se resiste a dejarnos

El Mare Nostrum plácido duerme

Las estrellas abren guiñando sus ojos

Observan el fuego sagrado renacer de sus cenizas

Portan la antorcha, dioses, tropas y legiones

Desfilan dando colorido a la ciudad

La chiquillería cartagenera grita

¡Ya vienen los cartagineses y romanos!

Y en sus pequeñas manos llevan

Las preciadas monedas de oro.


Gracias por escuchar y leer la historia de otra manera diferente, pero que por desgracia sucedió, ahora no pondré la frase que siempre se pone al final, porque si Dios quiere, volveré el año que viene con otra versión distinta, con otro fascinante personaje, quizás le de vida a un famoso romano de las fiestas de cartagineses y romanos, ¿Quién sabe?



Mª Dolores Hernández Martínez

Premiado con el accésit en cartagineses y romanos 2022